Los recientes recortes de trabajo y fondos en el Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos (HHS) bajo la administración actual han provocado una preocupación generalizada sobre el futuro de la salud pública en Estados Unidos. Reducciones significativas que afectan a instituciones vitales como los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), los Institutos Nacionales de Salud (NIH) y la Oficina de Salud Minoritaria plantean preguntas sobre si existe un plan sincero para mejorar la salud de Estados Unidos o si la intención es simplemente desmantelar las infraestructuras existentes.
Los miembros actuales de la administración defienden estos recortes, aparentemente ajenos al daño personal y social que causan. Sin embargo, es fundamental comprender la frustración pública con el status quo; Estados Unidos tiene el sistema de atención médica más costoso del mundo, pero algunos de los peores resultados de salud. Si bien es controvertido, estos recortes provienen de un reconocimiento más amplio de que el sistema actual no funciona.

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Sin embargo, el análisis de estos recortes revela poca evidencia de que tales reducciones mejorarán los resultados de salud. El aumento en las enfermedades preventables de las vacunas, incluidas dos muertes de sarampión pediátricas en Texas y dos más de la tos ferina en Louisiana, destaca una tendencia preocupante. Estos brotes, combinados con recortes severos a la infraestructura de salud pública, podrían revertir décadas de progreso en la esperanza de vida y el bienestar. Los expertos en salud pública y los líderes comunitarios están profundamente preocupados de que estemos parados al borde de un desastre de salud pública.
Como ex cirujano general de los Estados Unidos, muchos defensores de la salud me han recurrido a la orientación. Mi consejo es simple: en lugar de pánico o parálisis, debemos centrarnos en objetivos de salud más grandes y prepararnos para los desafíos que se avecinan. Aunque es difícil, todavía hay esperanza, y juntos, podemos trabajar para mejorar el sistema de manera significativa.
1. Elecciones es importante, y la responsabilidad es clave
Las elecciones reflejan las creencias y frustraciones del pueblo estadounidense. Si bien la democracia significa aceptar resultados electorales incluso cuando no estamos de acuerdo, es esencial para los defensores de la salud para crear conciencia sobre las consecuencias del mundo real de las decisiones en Washington. Debemos preguntar: ¿Se están enfermando más estadounidenses? ¿Están aumentando las tasas de hospitalización? ¿Están aumentando los costos de atención médica para los empleadores?
Al recopilar y difundir datos sobre cómo las políticas afectan a las comunidades, podemos empoderar a los ciudadanos para abogar por el cambio. La responsabilidad se extiende más allá de las elecciones cada cuatro años; El compromiso cívico debe continuar a nivel local a través de los ayuntamientos, las elecciones estatales y locales, y la comunicación directa con los formuladores de políticas. Estas acciones a menudo producen resultados más inmediatos que esperar la oportunidad de elegir un nuevo presidente.
2. Redefinir el status quo
Un paso clave para mejorar la salud estadounidense es reconocer que el sistema que tenemos no funciona. Como dice el refrán, “la definición de locura es hacer lo mismo y esperar diferentes resultados”. Por eso no podemos quejarnos de las interrupciones; Debemos proponer alternativas viables a los problemas que afectan a nuestro sistema de atención médica.
La frustración que muchos estadounidenses sienten ha creado un entorno donde los cambios drásticos, incluso cuando son dañinos, son vistos como preferibles al status quo. La gente no votó por la interrupción por el bien de la interrupción; Votaron en contra de un sistema percibido como difícil de manejar e indiferente. Para crear un cambio real, debemos articular una visión de un sistema de atención médica que sea accesible, efectivo y empático.
3. Responsabilidad local: un papel más importante para los estados y las comunidades
Con el gobierno federal reduciendo su papel en la salud pública, la responsabilidad de mejorar los resultados de salud recaerá cada vez más en los estados y las localidades. Los defensores de la salud deben involucrar a los funcionarios locales, ayudarlos a comprender los desafíos que enfrentan los ciudadanos y garantizar que los recursos se asignen de manera adecuada y eficiente. Los formuladores de políticas locales deben presionar a su vez las políticas de salud sensibles basadas en la evidencia a nivel estatal y federal.
También debemos colaborar con organizaciones filantrópicas para guiar las donaciones basadas en la evidencia. Estas contribuciones del sector privado serán cruciales a medida que la financiación federal continúe disminuyendo.
4. Empatía en la crisis, reconociendo el costo humano
Independientemente de las opiniones políticas, es crucial reconocer el costo humano que toman estas decisiones. Miles de trabajadores federales de salud están perdiendo sus trabajos, dejando a sus familias en incertidumbre. Los efectos de la ondulación de estos despidos, sin duda, aumentarán la ansiedad, la depresión y el mal uso de sustancias, y causarán tasas más altas de violencia doméstica y suicidio.
Además, la mayoría de los adultos en edad laboral acceden a la atención médica a través de sus empleadores. A medida que miles de empleados federales pierden sus empleos, perderán su cobertura de atención médica, esforzando aún más la salud de Estados Unidos y el sistema de atención médica.
5. Encontrar la esperanza en la adversidad: un camino hacia adelante
Para aquellos directamente afectados por los recortes recientes, es importante aferrarse a la esperanza. Incluso en las circunstancias más difíciles, puede haber oportunidades de crecimiento. Si bien esto puede ser difícil de ver ahora, un cambio en la carrera o la perspectiva puede conducir a nuevas oportunidades.
Creo que la escala, la velocidad y la falta de claridad en los recortes recientes del HHS representan una amenaza existencial para nuestra salud colectiva. Sin embargo, el status quo era insostenible. Como ex cirujano general de los Estados Unidos, imploro a nuestros líderes que aborden estos desafíos con urgencia, consideración, empatía y visión a largo plazo mientras trabajan para restaurar la salud fiscal y física de Estados Unidos.
También pido a los defensores de la salud que se mantengan firmes en la lucha, evaluando críticamente nuestros esfuerzos pasados y futuros. No se trata solo de evitar cortes o resistir los cambios en un sistema disfuncional; Es una oportunidad para construir una verdadera atención médica que funcione para todos. El camino por delante será difícil, pero juntos, podemos crear un futuro donde la salud sea una prioridad compartida, no un privilegio de unos pocos.
Jerome Adams, MD, MPH, Fasa, es un profesor distinguido en la Universidad de Purdue. Se desempeñó como cirujano general de los Estados Unidos de 2017-2021 y como Comisionado de Salud del Estado de Indiana de 2014-2017.
Las opiniones expresadas en este artículo son las propias del escritor.