El Ministerio de Asuntos Exteriores de Cuba ha emitido una declaración de protesta contra el jefe de la Misión de los Estados Unidos a la isla, Michael Hammer.
En un comunicado de prensa publicado el viernes, el Ministerio de Relaciones Exteriores acusó a Hammer, un diplomático de carrera, de “comportamiento hostil y entrometido” desde su llegada a Cuba a fines de 2024.
“Al incitar a los ciudadanos cubanos a cometer actos criminales extremadamente graves, atacar la orden constitucional o alentarlos a actuar contra las autoridades o demostrar en apoyo de los intereses y objetivos de un poder extranjero hostil, el diplomático se está involucrando en conducta provocativa e irresponsable”, escribió el Ministerio Exterior.
“La inmunidad que disfruta como representante de su país no puede usarse como cobertura para actos contrarios a la soberanía y el orden interno del país al que se le asigna, en este caso, Cuba”.
El Ministerio de Relaciones Exteriores dijo que el mensaje fue entregado por su director de asuntos bilaterales con los Estados Unidos, Alejandro García del Toro.
La declaración del viernes es la última indicación de relaciones cada vez más difíciles entre Cuba y los Estados Unidos, particularmente desde que el presidente Donald Trump comenzó su segundo mandato en enero.
Una historia de tensiones
Sin embargo, los lazos diplomáticos entre los dos países han estado helados durante décadas, que se remontan a la Guerra Fría en la década de 1960. Después de la revolución cubana de 1959, el gobierno de los Estados Unidos impuso estrictos restricciones comerciales en la isla y respaldó los esfuerzos para derrocar al gobierno comunista recién establecido.
Pero ha habido esfuerzos para aliviar las tensiones, especialmente durante las administraciones de presidentes democráticos como Barack Obama y Joe Biden en los Estados Unidos.
En 2016, por ejemplo, Obama buscó normalizar las relaciones con Cuba, solo para ver esos esfuerzos retrocedidos durante la primera administración de Trump, a partir de 2017.
Del mismo modo, el presidente Biden, quien anteriormente se desempeñó como vicepresidente de Obama, eliminó a Cuba de la lista de los “patrocinadores estatales de terrorismo de los Estados Unidos en los días menguantes de su mandato en enero.
Pero al asumir el cargo por segunda vez el 20 de enero, Trump revirtió un curso una vez más, poniendo a Cuba de vuelta en la lista ese mismo día.
Trump también incluyó en su gabinete presidencial varios funcionarios que han adoptado una postura de línea dura hacia Cuba, especialmente el ex secretario de Estado Marco Rubio. Nacido de inmigrantes cubanos, Rubio es un defensor abierto de continuar el embargo comercial contra la isla.
Mientras tanto, el gobierno cubano ha seguido acusando a los Estados Unidos de intentar desestabilizar su liderazgo.
En la declaración del viernes, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba acusó a Hammer de “Manipulación pública e insultante” para su reciente visita a la tumba de un héroe nacional del siglo XIX, José Marti.
La Embajada de los Estados Unidos a Cuba publicó un video de la visita con una voz en off de las palabras de Martí: “El respeto por la libertad y los pensamientos de los demás, incluso del tipo más infeliz, es mi pasión: si muero o me matan, será por eso”. Los críticos han interpretado esa cita como un respaldo implícito de la disidencia en la isla.
Rampeando Presión
En los últimos meses, también ha habido señales de que Trump planea apretar una vez más los tornillos al gobierno cubano, en un retorno a las campañas de “presión máxima” que tipificó la política exterior durante su primer mandato.
En febrero, por ejemplo, la administración Trump anunció que sacaría visas de cualquier persona que trabaje con el sistema médico de Cuba, lo que envía a miles de trabajadores de la salud al extranjero cada año, particularmente en la región del Caribe.
Los críticos han criticado el programa de atención médica por sus restricciones de baja paga y fuertes a sus empleados. Mientras tanto, Trump y Rubio han afirmado que el sistema médico equivale a una forma de “trabajo forzado” que enriquece al gobierno cubano. Pero los líderes en La Habana han negado esa acusación.
Luego, en abril, el gobierno de los Estados Unidos condenó a Cuba por reiniciar a un grupo de disidentes, entre ellos figuras prominentes como José Daniel Ferrer y Felix Navarro.
Inicialmente, Cuba había acordado liberar a Ferrer y Navarro como parte de una ganga negociada por el Vaticano a principios de este año.
Se esperaba que Cuba liberara a 553 prisioneros, muchos de los cuales fueron arrastrados en protestas antigubernamentales, y a cambio, se suponía que Estados Unidos debía aliviar sus sanciones contra la isla. Sin embargo, el alivio de las sanciones nunca llegó.
Se tomó una medida adicional contra Cuba solo este mes. El Departamento de Estado, bajo la dirección de Rubio, determinó que “Cuba no cooperó completamente con los esfuerzos antiterroristas estadounidenses en 2024”. Acusó a Cuba de albergar 11 fugitivos, algunos de los cuales enfrentaron cargos relacionados con el terrorismo en los Estados Unidos.
“El régimen cubano dejó en claro que no estaba dispuesto a discutir su regreso a la justicia en nuestra nación”, escribió el Departamento de Estado en un comunicado de prensa. “Estados Unidos continuará promoviendo la cooperación internacional en cuestiones antiterroristas. También continuamos promoviendo la responsabilidad de los países que no se enfrentan al terrorismo”.
Como castigo, Cuba fue etiquetada como un “país no cooperante completamente” bajo la Ley de Control de Exportación de Armas, una designación que limita su capacidad para comprar armamento y otras herramientas de defensa de los Estados Unidos.
Además, Hammer había señalado recientemente que nuevas sanciones estaban en camino para la isla.
Pero ante la reprimenda del viernes, el Departamento de Estado indicó que no se inmutó y continuaría apoyando a los disidentes contra la “influencia maligna” de Cuba.